domingo, 8 de mayo de 2011

Hasta dejarte seca...

Abrí la puerta de un portazo y con ella del brazo flotábamos como en una nube hasta alzarnos en la cama. Los grados de alcohol superaban cualquier termóstato, menos los de tu vagina. La cama era alta y yo te estampé contra ella, conduciendo el puente de tus piernas con una mano loca y llena de pasión. Me quitabas la camiseta y yo ya te declaraba las ganas que tenía de hacerte el amor, en un beso en el cuello, de aquellos que estremecen y delatan las ganas de hacernos uno. Tumbada en la cama, mi sumisión y yo mandábamos sobre ti y te lamía hasta dejarte seca. En tu mirada había fuego y ganas de tenerme dentro, de llevarte a lo más alto y hacerme sentir el hombre más completo de la Tierra. Quitarnos los pantalones era cosa de un segundo, yo ya sentía hacía minutos que estaba completamente desnudo... Me encantó bajarte las bragas mientras te comía el pecho a besos. Me quedé cinco segundos mirándote desde la perspectiva más bella jamás comprobada anteriormente. A lo lejos me quedaba tu cara alocada, pidiéndome a miradas que yo siguiera bajando... Luego venían los pechos, tus pechos y entre ellos tu cara. Yo de mientras bajaba y te hacía enloquecer mientras tus manos acompañaban y me obligaban a seguir. Me encantaba. Me comías el pene y el juego de tu lengua en mi prepucio me volvía loco. Por favor para. Nos hicimos un sólo cuerpo en décimas de minuto... El ritmo era lento y tú te convertías en perra en celo cuando alargaba el movimiento y te lo metía hasta el fondo, dónde nunca antes te habían tocado... Tú misma pedías que te adaptara al nuevo movimiento, y que todo fuese más a dentro, que no saliera de ahí. Te encantaba cuando no te la sacaba y me quedaba presionándote en la cama, lamiéndote el cuello a mil por hora. Rápidamente sin sacarte-la de adentro, te colocaba encima mío. Eso ya era juego tuyo, que bien te movías. Pero ya me pedías marcha... Te encantaba quedarte quieta y que fuera yo el que llevase la orquesta. Te abrazaba con mis brazos lo más fuerte posible, provocándote una insuficiencia de aire y ponerte nerviosa. Doblaba mis piernas y te daba sin parar, a una velocidad máxima, te ponías muy cachonda y te encantaba que mis pelotas rebotaran contra ti, mientras yo te tocaba el clítoris frotando contra él mis dedos a una velocidad acelerada, notando como te corrías en mi y te penetraba hasta cuatro veces por segundo. Te corriste hasta tres veces. Tus gritos me volvían loco, estaba seducido, no podía parar y tu ya tocabas el cielo hacía cinco minutos... 

3 comentarios:

  1. Qué desfase... Qué perra me he puesto

    ResponderEliminar
  2. GENIALES TUS POSTS...BESOTES ME GUSTA EL BLOG..

    ResponderEliminar
  3. Enormes graciass DUNALUNA... seguiré publicando BESOTES, y te sigo ;)

    ResponderEliminar